Muchas son las películas que Hollywood ha ambientado en la Antigua Roma, pero son pocas las que realmente han marcado un antes y un después. Entre ellas está Gladiator, película de Ridley Scott que supuso un cambio en el enfoque del género peplum en el año 2000.
El argumento del film apuntaba a ser el típico: la caída del Imperio Romano contada a través de la vida de Máximo Décimo Meridio, general de los ejércitos del norte y comandante de las legiones romanas en Germania, que es traicionado por el ambicioso hijo del emperador, Cómodo, quien asesina a su propio padre y toma el poder. Capturado y esclavizado en Hispania, junto a su finca, Máximo se convierte en gladiador y llega a desafiar al mismo emperador en el Coliseo.
Cómo olvidar la mítica frase: “Me llamo Máximo Décimo Meridio, Comandante de los Ejércitos del Norte, General de las Legiones Fénix, leal servidor del verdadero emperador Marco Aurelio, padre de un hijo asesinado, marido de una mujer asesinada, y alcanzaré mi venganza en esta vida o en la otra”. Sólo de recordarla se me pone la piel de gallina.
¿Por qué es diferente a las demás? La respuesta está en la combinación de una serie de elementos que lograron conseguir un producto cinematográfico casi perfecto. Es decir, una superproducción. Para empezar, habría que hacer referencia a los actores y al actor. Digo actor porque entre los actores de la película la interpretación de Russell Crowe brilla ante las demás. Es el protagonista, sí, pero sin él no podríamos identificarnos con la historia y los sentimientos y emociones que la envuelven. Joaquin Phoenix y Richard Harris también se lucen, aunque este último no por mucho tiempo. Así pues, con estos actores de renombre la película tenía muchos puntos a su favor.
La gran cantidad de efectos especiales, que hasta entonces aún no se habían usado en este tipo de films, lograron recrear fielmente la Roma Imperial, con sus enormes anfiteatros y Coliseos donde se llevaban a cabo combates de gladiadores en los que rodaban cabezas, se clavaban espadas sin piedad y se mataba para poder sobrevivir. Todo un panorama sádico y cruel.
Además de los escenarios, habría que fijarse en el vestuario. Espadas, armaduras y cascos de todo tipo, trapos sucios y sandalias, y capas, coronas, joyas y riquezas de todo tipo son otros de los elementos que dan credibilidad a la película.
Pero sin duda, no nos tenemos que dejar la emotiva banda sonora de Hans Zimmer, que ayudó aún más a adentrarnos en la vida del protagonista Máximo. Es una banda sonora de las que dejan huella y, aunque se caracterice por ser melancólica, nos entristece dulcemente. La canción Now we are free es la más destacada de todas las que envuelven la película y es la que cierra la historia (que también, se reutilizó en el anuncio de los bombones Ferrero Rocher años después).El final no tiene palabras, pero sí efectos, incluso en los menos sensibles.
Como apunte informativo, Gladiator fue nominada en 36 ceremonias distintas, incluyendo la 73ª entrega de los Premios Óscar, los premios BAFTA y los Globos de Oro. De 119 nominaciones en total, la película ganó 48 premios.
Los 5 premios Oscars que logró fueron: mejor película, mejor actor (Russell Crowe), mejores efectos visuales, mejor diseño de vestuario y mejor sonido.
Hay que añadir que en toda la historia de Hollywood, sólo en dos ocasiones una película ambientada en la Antigua Roma se ha alzado con el oscar a la mejor película: Ben Hur y Gladiator.
No hay comentarios:
Publicar un comentario